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Sissi Emperatriz cazada por un anarquista

La quinta, y última, sesión del seminario, Magnicidios, indagó en la vida de Sissí Emperatriz. La mesa coloquio estuvo formada por Ángeles Caso, escritora y amante de la historia, y Mónica Burguera, profesora de la UNED. Ambas conferenciantes, hicieron un recorrido lineal, donde expusieron su nacimiento, casamiento, evolución del personaje y, por último, su muerte.

La Emperatriz, cuyo nombre era Isabel Amalia Eugenia, fue una princesa real bávara. Ésta nació el 24 de diciembre de 1837 en Munich. Hija del duque Maximiliano en Baviera, de la casa de Witteslsbach y la princesa real Ludovica. Isabel de Austria pasó a ser emperatriz con el matrimonio contraído con el emperador de Austria en 1954, es decir cuando sólo contaba con 17 años. A partir de 1867 nacería el Imperio Austrohúngaro, convirtiéndose en reyes del vasto imperio.

Las conferenciantes hicieron hincapié en que la protagonista fue una mujer rebelde, culta y adelantada a su tiempo. Desde el principio, Isabel tuvo grandes dificultades para adaptarse a la estricta etiqueta que se practicaba en la corte imperial de Viena. Sin embargo, Isabel le dio al Emperador cuatro hijos. En una visita a Hungría, Sissí quiso llevar a sus hijas a pesar de la negativa de su suegra. En dicho viaje una de ellas enfermó gravemente y, posteriormente falleció. Su muerte la afectaría gravemente, lo que la llevó a una profunda depresión. Su suegra sería la responsable de llevar a cabo la crianza del resto de sus hijos. La última hija de Isabel, María Valeria, fue la que más cariño recibió por parte de su madre, a la que llamaba “mi hija húngara”.

Tras la muerte de su único hijo, Rodolfo, Sissí abandonó Viena y adoptó el negro como único color para su vestimenta. Más adelante se hizo extraño que la emperatriz visitase a su marido en Viena, por lo que la relación entre ambos se fue enfriando. En la última etapa de su vida, se dedicó sobre todo a viajar por el mundo.

Finalmente las conferenciantes hablaron sobre el magnicidio a la Emperatriz. El 10 de septiembre de 1898, mientras paseaba por el lago Lemán de Ginebra, con una de sus damas de compañía, fue atacada por un anarquista italiano, Luigi Lucheni, quien fingió tropezarse con ellas, clavándola un fino estilete en el corazón de la emperatriz. Al principio, Isabel no fue consciente de lo sucedido. Sin embargo, al subir al barco empezó a marearse, perdiendo el conocimiento. Cuando la desabrocharon el vestido se pudo observar una pequeña mancha de sangre sobre el pecho, por lo que se la evacuó rápidamente.

Es curioso el magnicidio, ya que el asesino estaba planeando un atentado contra el pretendiente al trono francés, pero al no aparecer cambió de víctima tras enterarse que la emperatriz se encontraba allí. A los pocos minutos del atentado, Luigi Lucheni fue apresado por los peatones, que pensaron que era un gamberro, y entregado a la policía, donde confesó ser el culpable. Quiso ser juzgado en un país que existiera la pena capital, pero no fue así y el 10 de noviembre de ese mismo año fue condenado a cadena perpetua. Doce años después, se ahorcó en su celda.

Finalmente, el cuerpo de Sissí fue trasladado a Viena, entre el gran cortejo fúnebre, siendo sepultada en la cripta imperial, en vez de en la isla griega de Corfú, donde ella deseaba ser enterrada.

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