SOCIALISTAS
La segunda sesión del seminario de este año, El laberinto político español, organizado por el CIGCE, el centro asociado de la UNED, el Ayuntamiento del Real Sitio de San Ildefonso y Verescence, trató sobre los Socialistas. La mesa coloquio estuvo formada por los ya conocidos Álvaro Soto Carmona, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, y Bruno Vargas, de la Universidad de Toulouse. Ángel Herrerín, una vez más, estuvo encargado de dirigir y moderar la sesión.
La mesa puso énfasis en la imposibilidad de abarcar toda la historia de España, por lo que se centrarían en varios momentos claves. De un modo introductorio, el profesor Álvaro Soto expuso tres puntos importantes: en primer lugar, quiso remarcar la diferencia entre los socialistas y los comunistas. Esta distinción se hizo a mitad del siglo XIX. Karl Marx y Friedrich Engels, en el manifiesto del Partido comunista, hablan de los socialistas como pequeños burgueses; mientras que de los comunistas les denominan directamente como obreros o proletariado. Además, los socialistas
desde
el principio buscarán una vía reformista para mejorar la situación. En cambio, los comunistas buscarán una transformación de la sociedad en la que el proletariado llegará a conseguir el poder; en segundo lugar, señaló la importancia de los socialistas a partir de la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días. La cantidad de gobiernos que ha existido durante este tiempo es significativo para desentrañar dicha importancia. Algunos ejemplos de estos hechos serían, según el ponente, la creación del Estado de Israel, procesos de independencia como en África, Asia o América latina… El caso de España es peculiar, por la escasa democracia que ha tenido durante su historia. Destacar como el único personaje que transcendió fuera de las fronteras fue Felipe González; en tercer lugar, y último, la ausencia de teóricos socialistas.
Entrando en la historia de España, los conferenciantes hablaron de los inicios del socialismo en nuestro país. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue fundado en mayo de 1879 por Pablo Iglesias. Sus primeros núcleos fueron Madrid, País Vasco y Asturias. Ángel Herrerín señaló la poca importancia que tuvo el socialismo en estas primeras etapas. Además hizo hincapié en que la primera
vez que consiguieron algún escaño fue tras formar parte de la coalición Republicano-Socialista en 1910, que lograría tan sólo un diputado. Ambos ponentes expusieron como no sólo el PSOE representaba el socialismo en España, la acción sindical recaía en la Unión General de Trabajadores (UGT), creado en 1888 en el Congreso Obrero de Barcelona.
Durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) tanto el PSOE como la UGT intentaron conseguir alguna mejora en política social. Sin embargo, esto fue muy criticado por otras fuerzas de izquierdas, como los comunistas, por colaborar dentro de una dictadura. En 1931 casi todas las fuerzas de izquierdas se mostraron a favor de apoyar la II República.
El 12 de abril de 1931 los resultados de las elecciones municipales supusieron la caída de la Monarquía y la instauración de la República. Las elecciones generales a Cortes Constituyentes se celebraron el 28 de junio de ese mismo año. El sistema electoral benefició a la coalición de socialistas y republicanos, que obtuvieron un total de 296 escaños. La gran novedad de estos comicios electorales fue el Partido Socialista que pasó de 7 diputados a ser la fuerza política mayoritaria con 115. El segundo partido más votado fue el radical de Lerroux con 94 diputados. Las organizaciones de derecha no republicana apenas sumaron 50 diputados, con principal presencia en el País Vasco y Navarra, donde 16 de los 24 escaños los ganó la alianza de carlistas, nacionalistas vascos y católicos independientes.
Las segundas elecciones generales de la República para las Cortes tuvieron lugar en noviembre de 1933. Estas elecciones fueron novedosas, pues por primera vez las mujeres pudieron ejercer su derecho al voto. Los resultados dieron la mayoría a los partidos de centro-derecha, lo que proporcionaba una mayoría parlamentaria a la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), con 115 escaños, y el Partido Radical, con 104. Sin embargo, la CEDA no entraría al gobierno hasta 1934, donde ocuparían tres ministerios. Por este motivo, el comité revolucionario socialista inició la acción el 5 de octubre, a las pocas horas de la entrada en el Gobierno. Donde el movimiento adquirió un auténtico carácter revolucionario fue en Asturias. En esta región se había constituido una Alianza Obrera entre la UGT y la CNT, a la que se unirían otros grupos como el PCE.
En las elecciones de 1936 las fuerzas de izquierdas lograron una ajustada victoria bajo una coalición, denominada Frente Popular. Etapa que se vio interrumpida con el alzamiento militar del 18 julio y la posterior guerra civil. Durante estos últimos tres años, 1936-1939, hubo dos presidentes de gobierno socialistas, como fueron Francisco Largo Caballero y Juan Negrín López. Con el triunfo de los sublevados, en España no volvería a existir un gobierno socialista hasta más de cuarenta años después con el triunfo del PSOE de Felipe González.
Por último, existió una gran reflexión de carácter actual, que engloba al seminario por completo. Álvaro Soto señaló el gran incumplimiento que existe hoy en día por parte de la izquierda y de la derecha. Los valores democráticos han cambiado tal y como los conocíamos, y entran en un proceso de congelación, por lo que se plantea una democracia diferente. Además, destaca el problema que existe con la valoración a dichas democracias por parte de la población. Tanto en España, como en América Latina, el gobierno, como los líderes políticos, son los peores valorados. También existe un gran problema de las desigualdades, una sociedad injusta, lo que genera una desconfianza feroz. El catedrático habla de un futuro revolucionario y nomina a las mujeres, jóvenes e indígenas, donde los haya, como líderes de ésta.
Eduardo Herrerín Torres
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